martes, 30 de junio de 2015

Artículo: La influenza aviar y la bioseguridad

Óscar Rivera García
M. V. Z. Colombia
garios@une.net.co

Fuente: seleccionesavicolas.com
Antecedentes

El 6 de febrero del año 2007, hace exactamente 8 años, fue motivo de amplias noticias, en todos los medios de comunicación, el brote de gripe aviar de alta virulencia, detectado en una granja de pavos situada en la localidad de Holton, condado de Suffolk, Reino Unido, propiedad de la empresa Bernard Matthews Food, porque 160.000 pavos debieron ser sacrificados y transportados a la planta química de Cheddleton, en Staffordshire, donde fueron incinerados. Este brote desató una enorme polémica por el origen del mismo, que en el Reino Unido se cree que estuvo en Hungría, en donde la compañía Bernard Matthews posee la granja avícola productora de pavos más grande y porque fue detectado un brote, dos semanas antes, en una explotación de gansos de Szentes -sur de Hungría-, una zona vecina a la explotación de Matthews. El argumento principal se basó en que las investigaciones comprobaron que la cepa del virus de la gripe aviar A/H5N1 de alta patogenicidad, encontrada en Gran Bretaña, y la de Hungría fueron “esencialmente idénticas” en un 99,96%” al virus hallado tanto en la granja de Suffolk de pavos como en la del sur de Hungría.

Asimismo, el Gobierno británico informó que las importaciones de pavos de Hungría eran la causa “más probable” del brote de gripe aviar declarado en la granja de Suffolk, y señalaron que era “muy improbable” que las aves salvajes migratorias fueran las causantes. Por su parte, Bernard Matthews sacó a relucir varios argumentos para negar su responsabilidad -que igualmente negaron las autoridades sanitarias húngaras-, afirmando que las dos empresas no se conectan de ninguna manera con excepción en los términos de su propiedad, que la compañía declaraba que todas las aves de corral en la granja del Reino Unido eran británicas, que operaban bajo unos altos patrones de la seguridad biológica y que el hecho de que tengan una operación húngara era indiferente. Además aseguraron que “la importación de pavos procedentes de la granja que poseían en Hungría y enviados al Reino Unido era para el consumo humano y no podrían haber entrado en contacto con animales vivos de la unidad de Holton en donde se presentó el brote”. En resumen, la verdadera causa del origen nunca salió a la luz pública y entre bambalinas se supuso que un funcionario procedente de Hungría visitó las instalaciones del Reino Unido, aunque esta teoría que nunca fue afirmada y menos desmentida.

Un problema mundial.

Se calcula que en el mundo han muerto cerca de ochocientos millones de aves de diferentes especies: ponedoras comerciales, reproductoras, pollos de engorde, pavos, patos, gansos, gallinas de Guinea, aves ornamentales, palomas, faisanes, codornices y gallos de pelea y, como si esto fuera poco, ya suman cerca de dos mil humanos muertos por diversos subtipos de virus de gripe aviar.
Estas dramáticas imágenes deben concienciar a cualquier industrial avícola sobre la necesidad de implantar, respetar y cumplir en forma permanente todo lo relacionado con la BIOSEGURIDAD, al ser ésta una sana y obligatoria inversión y no un gasto, como equivocadamente interpretan muchos.

Gran interrogante.

El gran interrogante que se pueden formular los propietarios, las autoridades sanitarias, los veterinarios en general, los investigadores y los avicultores fue el de cómo puede llegar el altamente patógeno virus de la influenza aviar al interior de unas instalaciones de ambiente controlado y por consiguiente completamente aisladas del medio exterior, a pesar que tener un completo, estricto y eficiente control de bioseguridad. Este interrogante, en cualquier parte del universo, es válido no solo para la gripe aviar, sino también para bronquitis infecciosa, laringotraqueítis infecciosa, Gumboro, Newcastle y para cualquier agente infectocontagioso aviar. Muchos granjeros se enorgullecen de poseer un adecuado sistema de Bioseguridad, porque cuentan a la entrada de la granja con un arco de desinfección, una vado sanitario para vehículos, una zona de ducha para visitantes, batas y botas para ingresar en las naves, etc. ¿Es esto suficiente para impedir el ingreso de un agente viral o bacteriano? La respuesta debe ser por consiguiente NEGATIVA.

Bioseguridad.

Las medidas de bioseguridad en cualquier momento pueden hacer fallar cualquier programa, bien por un descuido, por no ser PERMANENTES o por utilizarlas en forma parcial, quedando el camino expedito para la entrada de agentes infectocontagiosos. El ingreso de un agente infectocontagioso a una explotación animal tiene infinidad de mecanismos y entre ellos podemos citar:
• humanos: dueños, gerentes, supervisores, veterinarios, vecinos, conductores de vehículos que llevan insumos o sacan los productos de las granjas,
• plumas, agua, aves vivas -domésticas, ornamentales, nativas, salvajes o silvestres-,
• aves procesadas y sus subproductos,
• vehículos -incluyendo bicicletas y motocicletas-,
• convivencia de diferentes edades y diversos tipos de explotación en una misma granja,
• concentraciones avícolas, hospitales y salas de recuperación,
• adquisición de lotes de aves de ocasión, • productos avícolas foráneos, maquinarias, equipos y herramientas,
• roedores, insectos y animales domésticos -cerdos, gallos de pelea, perros, gatos, cabras, ovejas, bovinos-,
• alimentos concentrados, materias primas, camas,
• eliminación inadecuada de la mortalidad,
• artículos personales -anillos, collares, aretes-,
• recirculación de equipos y bandejas de huevos,
• aire, polvo y materias fecales,
• alimentar cerdos en la misma explotación avícola con la mortalidad de las aves, entre otros.

Reflexiones.

Las imágenes antes expuestas se pueden dar en cualquier granja avícola del mundo, en naves tradicionales, de ambiente abierto, o bien cerradas y de ambiente controlado, en el momento menos pensado y sin que estén situadas en zonas de rutas de aves migratorias. Por otra parte, la avicultura cada año crece a pasos gigantescos, lo que significa la construcción de nuevas granjas con un alto volumen de producción, un desarrollo que trae consigo no solo el gigantismo sino también una concentración de granjas en algunas zonas geográficas, lo cual favorece una alta contaminación ambiental.
El personal, desde los altos ejecutivos hasta los operarios deben estar informados de los riesgos de las aves migratorias, especialmente en los meses de febrero, marzo y abril, que es cuando regresan del Ártico.

La influenza aviar y la bioseguridad

Por otra parte, ante la comprobación de la responsabilidad directa que las aves migratorias tienen en la difusión de diferentes subtipos de virus de gripe aviar, se impone la necesidad de que en toda explotación de aves el personal, desde los más altos ejecutivos hasta los operarios de las granjas, estén informados en todo lo relacionado con los riesgos que estas representan, especialmente en los meses de febrero, marzo y abril de todos los años, cuando regresan de nuevo al Ártico, procedentes del continente asiático y cargadas de virus altamente patógenos. Asimismo es conveniente dictar cursos al personal relacionados sobre cómo se transmiten los agentes infectocontagiosos del medio exterior al interior de un establecimiento avícola. Permanentemente debe recalcarse a todo el personal en que consiste la BIOSEGURIDAD. También debe evitarse el OCULTISMO, estimulado muchas veces por funcionarios oficiales y aún dirigentes avícolas. Debe pensarse siempre que un brote presentado en una zona y aparentemente habiendo sido erradicado -?- puede reaparecer en esa misma zona meses o años más tarde con el mismo virus o nuevos subtipos por mutaciones. Además, tener en cuenta que hace años solo se hablaba del virus A/H5N1 pero hoy en día, gracias a las investigaciones exhaustivas que se están realizando en diferentes países, se han encontrado nuevos subtipos, algunos de baja patogenicidad y otros de alta, produciendo mortalidades en diferentes especies animales y en el hombre: A/H7N3, A/H7N9, A/H5N2; AH5N8, A/H5N6, A/H7N1, A/ H3N8, A//H7N7, A/H9N2, entre otros. Es más, después de la presentación de un brote y su posible eliminación, ningún funcionario oficial o dirigente avícola debería salir a manifestar en los medios de comunicación que la gripe aviar fue totalmente erradicada de su zona y que “jamás se volverán a registrar nuevos casos por esta enfermedad”. Los brotes de gripe aviar pueden presentarse meses o años más adelante en las mismas zonas anteriormente afectadas, ya por los mismos subtipos de virus o bien por otros nuevos debido a mutaciones. Una cosa es el comportamiento de los agentes infectocontagiosos en el campo y otra el comportamiento teórico a nivel de oficinas oficiales con un ambiente demagógico, teórico y político, en los planes de contingencia y los protocolos. A este respecto conviene recordar que todos somos testigos de los diversos fenómenos naturales, exacerbados y cada vez más frecuentes, a consecuencia del cambio climático y, entre ellos, inundaciones, huracanes, vendavales, tornados, ciclones, que transportan agentes infecciosos a grandes distancias. Todos ellos son fenómenos que igualmente están alterando la ruta tradicional de las aves migratorias, obligándolas a pasar por regiones y países antes no visitados. En resumen, la situación reinante a nivel mundial por la extensión y comportamiento de la gripe aviar ha estimulado a los investigadores a comprobar nuevos subtipos de virus en otras especies animales –pingüinos de la Antártida, murciélagos frugívoros de Perú y Guatemala, etc.-, así como la comprobación de nuevas cepas que afectan al hombre. Esto tiene enormemente preocupados no solo a la Organización Mundial de la Salud -OMS-, sino también a muchos organismos internacionales por la posible aparición futura de un virus capaz de transmitirse entre humanos, originando una peligrosa pandemia.

Situación actual.

De ahí que en lo referente a la implantación de las medidas de bioseguriad en las granjas, vale la pena considerar en detalle el papel que desempeñan diversos fómites a los cuales muchas veces no se les presta la atención que se merecen. A raíz de brotes de gripe aviar comprobados durante todo el año 2014 y los tres primeros meses de este año 2015 en granjas avícolas de ambiente controlado de Alemania, Holanda y varios estados de Estados Unidos, el interrogante que antes hemos planteado adquiere total validez. Si nos referimos específicamente al papel que pueden desempeñar las aves migratorias en la transmisión y difusión de virus de Gripe aviar, hoy puede decirse con toda certeza que cada vez se comprueba que son directas responsables y que si bien en un gallinero no entran ni patos, flamencos, gansos, águilas, halcones, entra el hombre. Así, es posible que ejecutivos y empleados de una granja avícola participen en concursos de caza de patos y realicen faenas de pesca en sitios a donde llegan aves migratorias y al entrar en contacto directo e indirecto con ellas, se convierten en el más peligroso medio de difusión de diversos agentes infectocontagiosos y especialmente del virus de la gripe aviar. En la época actual existen una serie de elementos que cada vez se constituyen en unos peligrosos vehiculizadores de organismos patógenos aunque el hombre ha minimizado su importancia en este papel transmisor de enfermedades.

La influenza aviar y la bioseguridad.

Así, en cualquier elemento de uso personal puede encontrarse la génesis de un grave brote de gripe aviar en una explotación avícola. Por ejemplo, no es justificable que una veterinaria entre en un gallinero con los elementos de uso personal que se muestran en la foto adjunta, máxime cuando ha estado en otros establecimientos avícolas.
Por otra parte, el uso de artículos electrónicos dentro de las granjas se ha extendido sin ninguna restricción ni precaución para desinfectarlos, siendo su utilización cada vez más frecuente, razón por la cual se están constituyendo en una poderosa y peligrosa fuente de contaminación.
La época moderna, la de los equipos electrónicos, cada vez presenta más riesgos por el uso especialmente de teléfonos móviles sin restricciones ni precauciones para desinfectarlos al entrarlos en los gallineros -incluso se han comprobado contaminaciones bacterianas de un 90% en móviles de personal médico con bacterias como estafilococos, Proteus y Pseudomonas, entre otras-. Ante esta situación se impone un estricto control para lo cual en los contratos de trabajo debería estipularse la prohibición de ingresar cualquier equipo electrónico en los gallineros. El ingresar equipos electrónicos de uso personal, sin desinfectar, al interior de cualquier explotación animal, quirófano, sala de emergencias, recuperación, cuidados intensivos, no es una necesidad y debe calificarse como una total irresponsabilidad. ¿De qué vale que las personas que van a ingresar a un establecimiento avícola se duchen, utilicen ropa y botas apropiadas, si estos equipos nunca son desinfectados y se están movilizando entre diferentes granjas?

Conclusiones.

Para encontrar la explicación sobre el origen de un brote de enfermedad no se debe hacer hincapié en las grandes cosas pues estas se visualizan, sino que debe darse mucha más importancia a esa infinidad de pequeños detalles y circunstancias intrascendentes como por ejemplo el utilizar en el interior de un gallinero un telé- fono móvil que ha estado antes en otros establecimientos avícolas. De ahí el concepto de este “artículo de opinión” en el sentido que los equipos electrónicos juegan hoy día y cada vez con mayor frecuencia un importante y decisivo papel en la transmisión de enfermedades tanto humanas como animales.